Haití muestra todavía huellas del terremoto
Infraestructuras dañadas por el terremoto de 2010 aún no han sido reconstruidas en Haití. archivo /LD
POR Yasmel Corporán
Santo Domingo, RD. Unos segundos bastaron para reducir en escombros a una media isla. La tarde del martes 12 de enero de 2010 un demoledor terremoto de 7,0 grados de magnitud en la escala de Richter sacudió a Haití, dejando en ese país cifras catastróficas de muertos, heridos y estructuras destruidas.
En el sismo, considerado como el más devastador de la historia de la nación vecina, perdieron la vida más de 300,000 personas, un número similar resultó gravemente herido y 1.5 millones se quedaron sin hogar.
El epicentro se registró a 16 kilómetros de Puerto Príncipe, una zona bastante poblada, y a 27 kilómetros. de Petionville (sureste), a una profundidad de 10 kilómetros.
Fue seguido de tres réplicas de 5 grados que destruyeron casas, edificios y cientos de estructuras arquitectónicas, incluyendo la sede del gobierno, ubicada en la capital haitiana.
Sería imposible minimizar lo que significó la catástrofe para ese territorio. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el número de muertes fue diez veces superior a la suma de las víctimas causadas por todos los desastres ocurridos en Haití desde 1963.
En pocas horas, la noticia de la tragedia se comentaba en los principales medios de comunicación del mundo y la mayoría de los mandatarios de las naciones expresaba su solidaridad con la nación más pobre de América.
Daños
El devastador temblor debilitó enormemente el Estado y causó un daño estimado en el 120 % del PIB de 2009, equivalente a 7.900 millones de dólares.
Las dramáticas imágenes del temblor eran verdaderas escenas de dolor, impotencia y devastación. Tras el terremoto, República Dominicana y la comunidad internacional se movilizaron con grandes ayudas para Haití.
Incluso decenas de artistas latinos como Shakira, Gloria Estefan, Luis Miguel, Juan Gabriel y Juan Luis Guerra unieron sus voces en “Somos el mundo”, la adaptación del éxito compuesto por Michael Jackson “We are the world”, para enviar un mensaje de amor y solidaridad al pueblo haitiano.
Cólera
El terremoto no solo le arrebató la vida a cientos de miles de haitianos y dejó incontables daños de infraestructura, sino que también detonó una crisis sanitaria al originarse un brote de cólera que no tardó en expandirse y atacar a la población de ese país.
El cólera causó la muerte de al menos 7,000 personas en esta nación tras la epidemia de la enfermedad que comenzó después del sismo y cuyo origen estuvo presuntamente vinculado a un vertido de residuos fecales a un río por parte de cascos azules que formaban parte de la misión de paz de la ONU que se desplegó en el país.
Otro sismo en 2021
Once años después del terremoto más mortífero de la historia del continente americano, Haití fue golpeado por la fuerza de la naturaleza una vez más el 14 de agosto de 2021 por un temblor de 7,2 grados de magnitud que causó la muerte de 2.248 personas.
El sismo dejó 12,500 heridos y 800,000 damnificados a lo largo de toda la península sur de Haití, y le siguieron una serie de réplicas que afectaron a más de 800,000 personas, entre ellas 340,000 menores.
Persiste la crisis
Si bien después del temblor Haití hizo esfuerzos para levantarse, la ayuda internacional no dio los resultados esperados, los miles de millones de dólares prometidos por los donantes internacionales en las semanas posteriores a la catástrofe parecieran no haber impactado lo suficiente.
Haití sigue siendo el país más pobre de América Latina y del Caribe, y uno de los más pobres en el mundo, según el Banco Mundial.
Además, la inestabilidad política en la que ha orbitado en la última década, ha mantenido a esa nación en constantes aprietos y a sus ciudadanos sufriendo grandes carencias.
A trece años del devastador evento, ese país no está mejor preparado para enfrentar catástrofes de ese tipo y se encuentra sumido en una de sus peores crisis tras el asesinato de su presidente Jovenel Moise, la falta de institucionalidad y combustible, la crisis alimentaria y el azote de las bandas armadas que controlan prácticamente todo su territorio.